Algunos consideran que la prueba de ADN es una forma de deshacerse de todas las obligaciones que conlleva ser cónyuge y padre, mientras que para algunas madres es una forma de extraer dinero para mantener a sus hijos. Sin embargo, la prueba de paternidad no es un proceso sencillo, consiste en ir a un centro para hacer la prueba. Cambia la vida de la madre, el niño, el padre biológico y el supuesto padre. Decidir someterse a la prueba, ir a la instalación de pruebas con el niño, anticipar el resultado, y resolver el asunto basado en el resultado de la prueba puede dar lugar a graves problemas psicológicos. Así, antes de la prueba, tanto la madre como el presunto padre tienen que pensar cuidadosamente en cómo un resultado positivo o negativo afectará la vida del niño, sus vidas y la de sus familias. La atención debe centrarse siempre en el menor efecto adverso posible en la vida del niño. De hecho, la vida de toda la familia se verá afectada por esta nueva circunstancia.
Se ha observado con frecuencia, cuando los solicitantes llegan a nuestras instalaciones, que las abuelas, los abuelos y otros familiares están muy ansiosos y descontentos por la idea de tener que separarse del niño. Según los psicólogos evolutivos, un fenómeno natural es la base de la sospecha de parentesco en los seres humanos. Mientras que los hombres quieren difundir sus genes teniendo relaciones con tantas mujeres como puedan, las mujeres buscan los mejores genes. Sea cual sea la causa, la sospecha de que un hombre es o no el padre biológico de un niño afecta a las personas y a las estructuras familiares y da lugar a problemas sociales. Es necesario realizar estudios psicológicos y sociológicos en beneficio del hombre, la mujer y el niño. Los resultados de una investigación amplia y multidisciplinaria permiten a los centros donde se realizan las pruebas prestar apoyo psicológico y establecer algunas disposiciones en materia de seguridad para las mujeres y los niños en casos de riesgo.