El ADN, o ácido desoxirribonucleico, es el material que se hereda en casi todos los organismos vivos. Prácticamente todas las células del cuerpo de un ser tienen el mismo ADN. La gran mayoría del ADN se encuentra en el núcleo celular (también conocido como ADN nuclear), pero también podemos encontrar una pequeña cantidad de ADN situado en la mitocondria (más conocido como ADN mitocondrial).
La información que contiene el ADN se almacena como una especie de código compuesto por cuatro bases químicas: adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T). El ADN humano consta de unos 3.000 millones de bases, y más del 99% de esas bases son las mismas en todas las personas. Lo que nos diferencia a unos de otros es algo inferior al 1% del ADN.
La secuencia o el orden de estas bases determina la información para la construcción y el mantenimiento de un organismo. Análogamente, es similar a la forma en que aparecen las letras del alfabeto en un orden determinado para formar palabras y oraciones. Las bases de ADN se entrelazan entre sí, A con T y C con G, para así formar las unidades llamadas pares base. Cada base se une a una molécula de azúcar y a una molécula de fosfato. Estás tres partes unidas, una base, azúcar y fosfato se llaman nucleótidos. Los nucleótidos son las dos hebras largas que forman una espiral llamada doble hélice. La estructura de la doble hélice es similar a una escalera, con los pares de base formando los peldaños de la escalera y las moléculas de azúcar y fosfato formando la parte lateral vertical de la escalera.
Una de las propiedades importantes del ADN es que se puede replicar, o hacer copias de sí mismo. Cada hebra de ADN en la hélice doble puede servir como patrón para duplicar la secuencia de bases. Esto es crítico en el caso de que las células se dividan porque cada nueva célula necesita tener una copia idéntica del ADN presente en la célula antigua.